por Alice
En su testimonio Alice cuenta el acoso que tiene que vivir por parte de su jefe para obtener un sueldo para
vivir.
vivir.
Otro
día más de pega, me levanto con la sensación de que me gustaría
que fuese diferente aunque sé que no será así, y no lo digo por
tener que trabajar sino que por lo que hasta ahora he tenido que
callar como muchas otras, quizá por falta de campo laboral en este
pueblito, quizá otras callan por vergüenza, por miedo, o porque
simplemente no les creyeron.
Al
principio todo iba normal. Mi jefe se mostraba como un hombre de
familia, fingiendo ser respetuoso. Existía un trato cordial, me
sentía cómoda, los horarios me servían y la pega me gustaba. Me
confié de esa mascara que mostraba y que hasta el día de hoy sigue
así. No sé en qué momento se sintió con el poder de invadir mi
espacio personal. Primero comenzó con simples comentarios como: Qué
lindo chaleco, me gusta cómo se te ve, le asienta a tu figura -
estos comentarios siempre iban acompañados de “toqueteos” a la
vestimenta que estaba usando. Luego comenzaron las miradas que no
solo eran a mí sino que también a las clientas, fuesen jóvenes
liceanas , escolares o señoras. A todas les coqueteaba o si no, las
miraba cuando salían del local sin escrúpulos. Creo que él creía
que yo no me daba cuenta. Pues, estaba en grave error.
Cosas
que hacía, él estaba pendiente. Buscaba instancias para
acercarse con la excusa de explicarme como se hacía el trabajo,
luego de que supuestamente me explicaba algo que él sabía que yo
manejaba muy bien trataba de abrazarme, y al ver que yo reaccionaba a
la defensiva (-e decía que estaba ocupada, que no me gustaban los
abrazos, o que simplemente no quería) me decía que era “fome” o
amargada.
Pasaron
los días y con ello los comentarios subidos de tono, para ser
explícitamente sexuales, sin preguntarme hacía comentarios fuera de
lugar con connotación sexual, a veces de las propias clientas, de su
señora o de antiguas trabajadoras del local, pidiéndome opiniones
sobre aquello o esperando que me causara gracia. Podía notar el
nerviosismo en su rostro al ver que no respondía, o que no le daba
importancia. Me hacía preguntas de mi vida personal, creo que solo
por querer alejarlo de mi espacio de trabajo o para que me dejara de
molestar con sus comentarios asquerosos le dije -sabe que sí, tengo
pareja- pensando que con eso podría exorcizar el ataque de
preguntas. Pero no fue así. Siguió con el interrogatorio, yo
siempre tratando de cambiar el tema ,de pararme al baño, de ir a
barrer aunque estuviese limpio, y él siempre con las misma
insistencias de que era amargada,fome y en forma de “broma” me
decía –ya po`h cuéntame, siéntate aquí si yo no muerdo. Le pedí
que respetara mi espacio que estaba trabajando, hasta le dije de
alguna forma que me sentía incomoda y que me molestaba y aún así
al pasar los días siguió tratando de averiguar cosas sobre mi vida
afectiva, siguió con sus comentarios subidos de tono y las miradas
acosadoras hacia las clientas. En algún momento llegué a pensar que
quizá yo estaba confundiendo las cosas o que las estaba mal
entendiendo, hasta que algunas personas empezaron a decirme: qué
raro que lleves tanto tiempo, al caballero siempre se le van las
niñas por dicen que él las acosa, ahí todo comenzó a tener más
sentido, claro que no era cosa mía.
Me
estoy sintiendo acosada, las palabras también son un tipo de
agresión, cada día llego acá sintiendo asco y repudio ,sigo
trabajando aquí, el trabajo es bueno no lo niego, pero todo se echa
a perder cuando llega él que me violenta de una u otra forma. No sé
en qué momento todo se salió de control, nunca le di la confianza
para que me hablara de sexo con tanta naturalidad, siendo que para mí
es algo intimo y personal. Me da impotencia no poder escapar de aquí,
no poder sacar a la luz con nombre y apellido a este caballero que
está realmente enfermo, rabia por saber que estoy pasando lo mismo
que muchas otras, no tengo otra pega más que ésta ,no he encontrado
otra pega donde el horario se acomode estudios. Sólo me queda esta
carta donde expreso lo que me pasa, para que otras como yo no se
sientan solas, que sepan que pueden contarlo y que de una vez por
todas desaparezcan estos empleadores acosadores, yo por mi parte no
me quedaré tranquila hasta sacarle la máscara de buen señor a mi
jefe.
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