sábado, 30 de mayo de 2015

Democracia local y participación ciudadana


de la Pulga de marzo - por Carlos Miranda



La legitimidad de los sistemas políticos modernos descansa en gran medida en la percepción que tengan los ciudadanos y ciudadanas de que sus intereses, inquietudes, expectativas y esperanzas son consideradas al momento de tomar las decisiones que afectan a toda la comunidad. Y en ese sentido los problemas propios del gobierno local (municipio) son fundamentales ya que son los que muchas veces afectan directamente a las personas. En consideración a ello vale la pena preguntarse por la calidad de nuestros gobiernos locales en relación con el grado en el que su accionar se desprende de las expectativas y anhelos de quienes los eligieron para el cargo que desempeñan.
Dicha pregunta permite plantearse otras muchas interrogantes:
¿Cuántos de nuestros concejales se preocupan por informar a la comunidad sobre los temas que se están discutiendo en el concejo?
¿Cuántos de nuestros concejales invitan a las personas y organizaciones a los concejos en los que se toman decisiones que los pueden afectar?
¿Cuántos de nuestros concejales poseen mecanismos claros de coordinación con las diversas instancias y organizaciones sociales para dar cuenta de su quehacer y para informarse sobre las necesidades de sus representados?

La verdad es que no deben ser muchos, los que realizan dichas acciones para propiciar la participación ciudadana y la democracia comunal.
Un caso emblemático de lo que señalo es el Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO), que solo en la última administración se hizo con algún esfuerzo de considerar la opinión de la ciudadanía, pero que en años anteriores se hacía entre 4 paredes o no se hacía. Lo mismo ocurre con el Plan Anual de Desarrollo de la Educación Municipal (PADEM), que se supone debería ser elaborado con toda la comunidad escolar y sin embargo no se invita a los apoderados, no se considera al colegio de profesores, no se hacen estudios que le sirvan de sustento y por el contrario es realizado año a año por unos pocos funcionarios municipales que nadie asegura que sean los más idóneos para decidir los destinos de la educación de la comuna y que más encima no han sido elegidos por nadie, salvo el Alcalde. Y sin embargo, el PADEM es aprobado todos los años por nuestro concejo municipal a sabiendas de que no representa a la comunidad escolar.
Esto último pone de manifiesto el problema de fondo: los concejales y el alcalde pueden hacer lo que ellos consideren necesario sin consultar a nadie. Ello no implica una acusación, ya que es probable que tomen buenas decisiones, pero ese proceder siempre encierra la posibilidad de que se tomen malas decisiones o decisiones que perjudiquen a la gente: un ejemplo claro de ello es la proyectada planta de refinación de metales preciosos que en su momento se aprobó sin considerar los reparos que tenía hacia ella la comunidad.
Sin embargo debo ser claro en que nada de lo anterior es culpa exclusivamente del alcalde y los concejales, ya que la ley los faculta para tomar en nombre de todos nosotros las decisiones que nos afectan, por lo tanto el problema real es que nuestra legislación no fomenta una democracia participativa y se limita a hacer una caricatura de democracia, donde cada 4 años podemos elegir a alguien y nada más y si ese alguien no nos representa y se limita a ir a las dos reuniones obligatorias mensuales o si se dedica a escribir todo en facebook al más puro estilo farandulero, o si se contenta con avisarle sobre los proyectos y fondos concursables solo a sus amigos, entonces nada podemos hacer, porque la ley no le entrega poder de decisión a las personas, sino que a un reducidísimo grupo que decide por nosotros.
No obstante nosotros como ciudadanos podemos hacer más de lo que estamos acostumbrados a hacer. No nos olvidemos que los grandes cambios en este país han pasado por la organización e involucramiento de las personas en los problemas que les afectan, y no por dádivas de lejanos gobernantes. En ese sentido la participación ciudadana puede contribuir a mejorar el quehacer político fiscalizando a los representantes, informándonos sobre su accionar y sobre todo presionando para que se realicen las transformaciones que nos permitan a todos vivir en un mejor país.

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