martes, 21 de julio de 2015

El Problema Ecológico. Discursos y Prácticas

por Carlos Miranda

"El sillón del poder" por Maria Antonieta Cortez
La escasez de agua que amenaza a nuestro valle, debido a la sequía, a la multiplicación de cultivos para la exportación en los grandes latifundios, a la destrucción de glaciares por parte de las mineras y al cambio climático, ha puesto de relieve, una vez más, el hecho de que la acción humana puede modificar severamente el equilibrio ecológico, lo que a la larga también nos termina perjudicando. Por ello las comunidades más afectadas se movilizan por la defensa del agua, tal como en nuestra comuna lo ha hecho la comunidad de Las Palmas, pero también hemos visto movilizaciones por la defensa de los glaciares y oponiéndose a la construcción de centrales hidroeléctricas como la de Hidroaysen y Alto Maipo.
Todos estos actos de defensa son sumamente ne
Ese es realmente el problema de fondo,  porque lo que amenaza el equilibrio ecológico es un estilo de vida que valora extremadamente la abundancia, el lujo, el derroche, el demostrar nuestro poder adquisitivo, por eso es bien mirado tener autos grandes, piscinas grandes, casas grandes, celulares de ultima generación, mucha ropa (aunque no la usemos), mucha comida, etc. Pero producir todo ello requiere de mucha electricidad y por lo tanto de hidroeléctricas y de termoeléctricas, de mucho petróleo cuya combustión genera gases de efecto invernadero, mucha agua para regar las enormes cantidades de comida que se compra, pero que muchas veces se bota. Evidentemente ese estilo de vida es fundamental para la supervivencia del capitalismo, ya  que el actual modelo económico se basa en que toda la gente consuma  mucho para así asegurar las ganancias de las grandes empresas, pero ¿para quién producen las grandes empresas?. Evidentemente para nosotros los consumidores, por lo tanto es evidente que en última instancia es nuestro consumismo el que genera parte importante del actual daño ecológico (para ser más exactos es el consumismo europeo, de los Estados Unidos, Japón y Canadá, pero nosotros los chilenos nos encaminamos a pasos agigantados en la misma  dirección).
Es en este sentido que creo que se presenta una marcada incongruencia entre lo que decimos y lo que hacemos: no queremos Hidroaysen, ni  que Andina se expanda amenazando los glaciares, pero sí queremos varias televisiones en nuestras casas, más de un celular, secadores, lavadoras, notebooks, refrigeradores, cerveza helada, casa calentita, calientacamas, y muchas otras cosas. Y además no nos preocupamos por desenchufar aparatos, reciclar o reutilizar y toda nuestra consciencia se reduce a reclamar un poco y a echarle siempre la culpa a las grandes empresas (que por cierto la tienen, pero porque nosotros les compramos sus productos).
No se trata de volver a un estilo de vida propio de 100 años atrás, pero sí de tener consciencia de que todo lo que consumimos trae aparejado emisiones de gases contaminantes y requiere corriente eléctrica, asumir que nuestra comodidad trae aparejada contaminación y que si queremos que nuestros hijos puedan vivir en un mundo con agua y aire limpio, entonces debemos sacrificar aunque sea un poco nuestro contaminante estilo de vida.
cesarios y merecen todo nuestro respeto y apoyo. Sin embargo, yo creo que es posible desarrollar también acciones que apunten en la dirección de establecer una mayor coherencia entre los discursos y las prácticas, ya que ir a una marcha o poner un estado en faceboock es relativamente fácil, pero ¿Cuántos de nosotros nos preocupamos realmente por ahorrar agua? ¿Cuántos de nosotros reutilizamos parte del agua utilizada? ¿Cuántos nos preocupamos por desenchufar aparatos eléctricos? ¿Cuántos prendemos chimeneas en invierno, tornando en irrespirable el aire de nuestra comuna? ¿Cuántos de nosotros tenemos Boscas solo porque son bonitas y tienen estilo? ¿Cuántos de nosotros reciclamos parte de lo que consumimos? ¿Cuántos prefieren dejar el auto en la casa para caminar o para utilizar la locomoción colectiva? Lamentablemente mi experiencia me dice que muy pocas personas se preocupan realmente por estas pequeñas cosas que harían una diferencia relevante. Incluso entre los más conscientes podemos ver que desarrollan prácticas altamente contaminantes y poco ahorrativas y ello se debe a que el problema de fondo es definir ¿cuántos de nosotros estamos dispuestos a cambiar nuestros estilos de vida para contribuir al cuidado del medio ambiente?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario