por Manuel Droguett Sandman
Manuel recuerda aquella tarde invernal, cuando rozaba los doce años. Fue cuando cambió en parte su manera de ser pensar y también de actuar. Caminaba sin rumbo fijo como ya había acostumbrado a hacerlo. En casa ya no ocurría lo mismo, algo había cambiado sin darse cuenta en su interior, ya no le interesaba ver los monos de la televisión y sus pocos juguetes habían formado una capa de polvo sobre si. Prefería vagar por las calles de su cuidad y pensar, pensar en mil cosas a la vez. Aquella tarde algo captó su atención fuera del cine local. Era una película de “pandillas juveniles”. Una luz se encendió en su cabeza… lo primero que hizo fue escurrirse hasta lograr infiltrarse en el cine, lo que no me demandó gran trabajo por su extremada delgadez .Dentro del oscuro cine no abundaba mucho el público seguramente la película no era de un interés masivo. Era perfecto para el ya que a su corta edad tenía cierto desprecio por lo popular. Logró acomodarse en las filas de atrás en donde sólo había una pareja de enamorados que por lo que ahora logra recordar, lo que menos les interesaba era la película. Para su inocente percepción, pensó que a él le ocurría algo malo porque se quejaba todo el rato, mientras ella buscaba en la oscuridad algo perdido suponía Manuel…El a pesar de su intenso dolor sostenía la nuca de la chica mientras ella subía y bajaba su cabeza, creía el que para buscar mejor lo que se le había perdido en la entrepierna del adolorido joven.
Se dedicó a observar la película y allí descubrió a muchos personajes que pensaban y actuaban similar a el; su estrafalaria apariencia, todo ese cuero, adornos metálicos y cortes de pelo repulsivo. Fue la primera vez que veía a un “punk” todo ello le llamó la atención y luego de algunos momentos le agradó bastante. La música era estridente e inarmónica y ello le gustó mucho más aún.
Creo que luego la muchacha encontró lo que buscaba; pero ahora sobre el pobre tipo que no cesaba de sufrir. Comenzaban un martirio de a dos. Ya no aguantaban su dolor. Ella sufría mucho por sus quejidos cada vez más agudos, hasta que al fin algo los alivió porque dejaron de quejarse y calmaron sus espasmódicos ataques para quedarse calladitos y abrazados ¡pobrecitos!
Antes de ver aquella película Manuel no sabía que es lo que hacía, ni que era lo que le gustaba, aparte de alucinar con la almejita femenina que por aquellos tiempos no había tenido el honor de conocer aún. Después de esa ilustrativa función de cine, su manera de ver las cosas había cambiado bastante, ya que equivocado o no ahora sabía en lo que se quería convertir y no seguir siendo (un no sé qué) en este apestoso mundo. Lo primero que hizo fue visitar una de las ya existentes “ropas americanas” y buscar algunos harapos parecidos a los que en la película había visto; siempre llevaba consigo algún dinerillo que su esforzada madre le enviaba desde Santiago. No le fue difícil encontrar trapos; aquel lugar era el indicado para ello y así recuerda; encontró sus primeros jeans, una roída casaca de mezclilla y una polera que tenía una difusa figura que por el mucho uso había perdido toda significación, claro ahora sé que decía, Misfits (inadaptados) y que para esos tiempos se había transformado ya en un icono de la música punk .Lo cierto es que él no tenía la más mínima idea al respecto. Fue gracioso porque cuando fue a pagar por los trapos, la Sra. que atendía el lugar, le dijo que se los llevara así no más ya que no podía cobrarle por esas tiras roñosas. Recuerda bien que salió corriendo de aquel lugar rumbo a su casa.
En el camino creyó haber distinguido a la pareja del cine sentados en una placita, mucho más aliviados por cierto, que bien por ellos. Lo único que quería era llegar pronto y transformar ese agüeonao corte de pelo por algo mucho más adecuado a su nueva personalidad. En el camino a casa pensaba en todos aquellos muchachos de su edad repartidos por este sucio mundo que eran mirados como bichos raros y despreciados por una sociedad adulta indiferente e indolente que te ignoraba o se reía abiertamente de ti. Su caso era parecido. Sus padres se partían el lomo trabajando para darle educación y bienestar, y en resumidas cuentas era muy poco lo que había de comunicación, por lo tanto se encontraba solo junto a su cabeza llena de interrogantes e ideas, en la isla de la incomunicación. Aquella vendita noche había mucho por hacer y la primera parte del plan era convencer a su hermana, la que se había convertido en su cómplice y un alma de buena voluntad, obviamente a cambio del silencio absoluto de Manuel. Debía callarse la boca y olvidar haber visto al “Pato” salir por su ventana la noche anterior.
-Hermanito ¿te crees uno de esos punk que mostraron en 60 minutos la otra noche?
– No lo sé, en realidad hoy día me di cuenta de que era un punk- porque me pasa lo mismo que a ellos y además pienso igual-.
Su hermana junto al Pato que se había integrado al rato le confeccionaron su primer “Mohicano”, Siempre pensó que lo hicieron de ociosos y por mantener su boca cerrada. Por suerte para él ya era diciembre y había perdido su año escolar lo que cómodamente le dejaba fuera de la escuela y así evitaría deshacer tan estupendo corte. Por esos tiempos semejante ocurrencia dejaba a Manuel con su currículo de loco mucho más abultado, pero a él eso ya no le inmutaba
Eso sí las risitas disimuladas, los comentarios silenciosos o las burlas gueonas le molestaban de sobremanera, ni siquiera eran las burlas. Lo que le reventaba era la cobardía de la asolapada manera de ser de la gente, pero ya daba igual… desde muy pequeño se había acostumbrado a saberlo todo acerca de lo que le interesaba por lo tanto se había transformado en un estudioso de la cultura punk…Recuerda que era muy difícil informarse en aquellos tiempos de noticias foráneas sobretodo de las subculturas. Pero Manuel era persistente y visitaba las disqueras locales en busca de música (punk), con la cual deliraba y alucinaba.
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