por Ma.
Antonieta Cortez
El
concepto de artista hoy por hoy está contaminado y modificado por el
contexto socio cultu
ral asquerosamente posmoderno.
La
idea de la ensoñada vida de artista es sólo una quimera, al mecenas
o benefactor que antes subsidiaba la producción e investigación
cada día es más escaso encontrarle o verle con vida.
En
el pedazo de tierra llamado Chile germinan humanos talentosos
provenientes de distintas cunas, con distintas pieles, mentes y
sentires.
Ahora
hablo con total propiedad en primera persona.
La
vida del artista difiere de lo que es la vida del mismo en su
formación académica (asistiendo a universidades, escuelas,
talleres). En ellas se vive una suerte de paternalismo en las aulas,
una brisa de libertad invencible nutrida por la absorción del
conocimiento de la teoría y la práctica experimentando.
Casi
siempre, como en la mayoría de las disciplinas, las instituciones
que dictan artes visuales se encuentran en ciudades grandes. Ahí el
provinciano vive, se desarrolla y se queda. Pasa el tiempo, la
universidad no es eterna y algunos deciden volver a la quietud de su
tierra.
El
retorno a la provincia no es del todo bueno, exceptuando la cercanía
con la familia, vecinos y amigos. Ya estando en el pueblo la
situación cultural se respira negra, empobrecida por la ineptitud de
unos pocos que se sientan meramente a calentar el mullido asiento que
ostentan, gestionando actos superfluos para festividades comerciales
como el día de la madre, del niño, entre otros; queriendo
transmitir el inmenso amor del municipio para con el núcleo familiar
con una escuálida parrilla cultural ¿paradójico no?...
Pues
sí, en una ocasión recibí una nefasta respuesta frente a una
propuesta de arte en la comuna: ...“ NO HAY PLATA PARA CULTURA,
ASÍ DE TRISTE ES LA COSA”.
La persona que emitió este comentario presentó quietud en sus
músculos faciales, articulando movimientos necesarios para modular y
pronunciar una frase. Nula empatía. Tal cual respondemos a una
encuesta telefónica, queriendo cortar de inmediato la conversación,
y despachar a quien se sentó a esperar largo tiempo por su atención
y luego sólo estar un par de minutos en su oficina de funcionario
público.
Suma
y sigue. Reiteradas instancias tan apestosas como ésta en pueblos
pequeños de regiones cercanas a Santiago, y sí hablo de la quinta
región cordillera, instancias que incitan el éxodo
del artista de su propia tierra.
El cansancio y hastío de las permanentes frases hechas, de la
burocracia, de la amistocracia, de la ignorancia y además de una
gestión cultural mal concebida sugieren indirectamente al traslado
de quien hace y vive del arte. Porque no crea usted que trayendo a la
chanchita Peppa o importando un vedetto para el día de la mujer se
promueve la cultura, con suerte, la entretención.
Señores,
os digo: tened altura de miras, educad al pueblo. La cultura por
ningún motivo llevará al fracaso a su munimperio, no agotará los
fondos que la presi inyecta para pavimentar vuestras calles.
Ahora,
usted señor lector, trate de hacer un somero catastro de cuántos
artistas viven y pueden vivir del arte en su pueblo. ¿Verdad que
muchos se van y sólo hacen esporádicas apariciones muchas veces
para solidarizar con alguna causa u otro motivo?, ¿Por qué cree que
sucede? Será acaso que la pestilente gestión cultural tiene acción
inversa y en vez de aunar fuerzas por un objetivo , sólo disemina
burocracia y falsos te llamamos. A lo mejor es preciso pertenecer a
alguna colectividad política adhoc con el edil de turno.
Tenga
en cuenta que el artista corre riesgo vital : si no hace arte se
muere.
Encarecidamente
les pido que no hagan lo mismo que con la publicidad de cigarrillos,
esos de la putrefacción en el pie, del pulmón seco y similares
imágenes, y finalmente peguen un sticker y olviden.
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