domingo, 28 de junio de 2015

No hay plata para cultura, así de triste es la cosa



por Ma. Antonieta Cortez


El concepto de artista hoy por hoy está contaminado y modificado por el contexto socio cultu
ral asquerosamente posmoderno.
La idea de la ensoñada vida de artista es sólo una quimera, al mecenas o benefactor que antes subsidiaba la producción e investigación cada día es más escaso encontrarle o verle con vida.

En el pedazo de tierra llamado Chile germinan humanos talentosos provenientes de distintas cunas, con distintas pieles, mentes y sentires.
Ahora hablo con total propiedad en primera persona.

La vida del artista difiere de lo que es la vida del mismo en su formación académica (asistiendo a universidades, escuelas, talleres). En ellas se vive una suerte de paternalismo en las aulas, una brisa de libertad invencible nutrida por la absorción del conocimiento de la teoría y la práctica experimentando.
Casi siempre, como en la mayoría de las disciplinas, las instituciones que dictan artes visuales se encuentran en ciudades grandes. Ahí el provinciano vive, se desarrolla y se queda. Pasa el tiempo, la universidad no es eterna y algunos deciden volver a la quietud de su tierra.

El retorno a la provincia no es del todo bueno, exceptuando la cercanía con la familia, vecinos y amigos. Ya estando en el pueblo la situación cultural se respira negra, empobrecida por la ineptitud de unos pocos que se sientan meramente a calentar el mullido asiento que ostentan, gestionando actos superfluos para festividades comerciales como el día de la madre, del niño, entre otros; queriendo transmitir el inmenso amor del municipio para con el núcleo familiar con una escuálida parrilla cultural ¿paradójico no?...

Pues sí, en una ocasión recibí una nefasta respuesta frente a una propuesta de arte en la comuna: ...“ NO HAY PLATA PARA CULTURA, ASÍ DE TRISTE ES LA COSA. La persona que emitió este comentario presentó quietud en sus músculos faciales, articulando movimientos necesarios para modular y pronunciar una frase. Nula empatía. Tal cual respondemos a una encuesta telefónica, queriendo cortar de inmediato la conversación, y despachar a quien se sentó a esperar largo tiempo por su atención y luego sólo estar un par de minutos en su oficina de funcionario público.

Suma y sigue. Reiteradas instancias tan apestosas como ésta en pueblos pequeños de regiones cercanas a Santiago, y sí hablo de la quinta región cordillera, instancias que incitan el éxodo del artista de su propia tierra.
El cansancio y hastío de las permanentes frases hechas, de la burocracia, de la amistocracia, de la ignorancia y además de una gestión cultural mal concebida sugieren indirectamente al traslado de quien hace y vive del arte. Porque no crea usted que trayendo a la chanchita Peppa o importando un vedetto para el día de la mujer se promueve la cultura, con suerte, la entretención.

Señores, os digo: tened altura de miras, educad al pueblo. La cultura por ningún motivo llevará al fracaso a su munimperio, no agotará los fondos que la presi inyecta para pavimentar vuestras calles.

Ahora, usted señor lector, trate de hacer un somero catastro de cuántos artistas viven y pueden vivir del arte en su pueblo. ¿Verdad que muchos se van y sólo hacen esporádicas apariciones muchas veces para solidarizar con alguna causa u otro motivo?, ¿Por qué cree que sucede? Será acaso que la pestilente gestión cultural tiene acción inversa y en vez de aunar fuerzas por un objetivo , sólo disemina burocracia y falsos te llamamos. A lo mejor es preciso pertenecer a alguna colectividad política adhoc con el edil de turno.

Tenga en cuenta que el artista corre riesgo vital : si no hace arte se muere.

Encarecidamente les pido que no hagan lo mismo que con la publicidad de cigarrillos, esos de la putrefacción en el pie, del pulmón seco y similares imágenes, y finalmente peguen un sticker y olviden.

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