domingo, 19 de junio de 2016

Trabajo se hace al trabajar


por Pablo R.F.

El tema del trabajo puede abordarse de muchas maneras, ya sea desde una perspectiva crítica y denuncia, ya sea como elemento constituyente de la identidad, como sustento diario, como objetivo de vida, como opresión del sujeto (de los explotadores y los explotados), como una forma de escape, etc. O sea podemos decir que El Trabajo es algo que da para mucho y no es menor si consideramos que ha sido el método más aceptado de sustento para todo tipo de sociedad organizada (con algunas escasas excepciones o propuestas más bien contemporáneas). Haciendo una relación bien rápida, podemos decir que hablar del trabajo es hablar de fuerzas productivas y relaciones sociales de producción (en términos marxistas), o sea, nos referimos a la historia de la sociedad (perdónenme la ligereza del uso de los términos).

Bueno, supongo que es necesario que me explique. ¿Pa qué darse esta lata introductoria en este medio de interés popular?, pues simplemente para darle un sentido concreto al análisis y reflexión con respecto a la temática.

Pasemos entonces a lo que nos convoca, el trabajo en Llay-Llay. ¿En qué trabaja la gente del pueblo? ¿con qué medios? ¿para qué cosa trabaja? Estas no son preguntas que pueda responderme solo con asegurar algo sin ninguna prueba, pero si son preguntas que cada persona que ha pasado por la comuna puede responder con facilidad. Hasta hace algunas décadas Llay-Llay era una comuna conocida por ser eminentemente agrícola. Solía(mos) ser la capital mundial del ajo y la cebolla (no nos tiremos tantas flores eso de la capital mundial del Viento Viento, que las flores se las lleva el mismo viento). Hoy en día la producción está enfocada principalmente en uvas, paltas, y por lo que me contaron una vez (perdónenme la ignorancia), kiwis. Bueno, tampoco es que importe mucho saber con que cosa los terratenientes se llenan los bolsillos, porque para la/el temporerx, los bolsillos siempre están a medio morir saltando por servir en la mesa lo que siembra/cosecha en la tierra…

Después de la cosecha viene el procesamiento, quienes trabajan la materia prima. Volvamos nuevamente al pasado y recordemos la ya desmantelada Inducorn y su constante olor a caluga que impregnaba buena parte de la zona urbana. Entre huelgas y negocios tránfugos la planta se trasladó a Santiago y ahí quedó la escoba con los desempleos. Volvamos más atrás y quienes hayan vivido o hayan escuchado a quienes lo vivieron, sabrán del antiguo molino, del matadero, de otras plantas procesadoras de alimentos (algunos agregarán el Liceo Menesianos) y casi en los albores de la fundación de la comuna, del ferrocarril.

El ferrocarril entre Santiago y Valparaíso, junto con la agricultura fue la actividad laboral que más fuerte ha penetrado en la mentalidad popular. Solo que los trenes ya no pasan, y los temporerxs hacen lo posible para que sus hijxs no sigan sus pasos. Sin embargo ahí están los ex ferroviarios y los agricultores de siempre, las poblaciones ferroviarias y las zonas rurales. Muchos obreros de anta o, de la fundacios bolsillos, iones ferroviarias, en lo posible para que sus hijxs no lo seann ss de la fundacios bolsillos, ño, pocos obreros actuales. La generación que vivieron las reformas agrarias, los jóvenes que entran al campo por sus padres para aportar al escaso ingreso familiar y aquellos que buscan algo de dinero para el verano. En resumen, Llay-Llay es un pueblo de aquellos que representa la dualidad campesino-obrera en la mayor parte de su historia.

Oooyee pero ojo piojo, pal que no cacha o aun no se pega el alcachofazo, Llay-Llay ya no es pueblo (la cantidad de habitantes dicta que es una ciudad) y un sector importante de la población trabaja en los servicios y el comercio (en el colegio si el/la profe alcanzaba a enseñarte, le interesaba tu aprendizaje o si tenías interés en la materia, aprendías que eso se llama Actividad Terciaria). Pero también surge otro dilema: Los obreros-campesinos ya no quieren que sus hijos sigan sus pasos, y muchos de los jóvenes tampoco hemos deseado seguir esa ruta y es que entre la ruta 5 norte y la ruta CH-60 la educación nos lleva a especializarnos técnicos o profesionales. ¿Ya y que tanto? Mientras algunos aprovechan la instancia para alejarse de lo que llaman pueblo de mierda o pueblo fome otros vuelven (por su propia decisión o falta de oportunidades) y trabajan en la misma comuna o sus alrededores. Y también están los que les gustaría pasar más tiempo en el Viento-Viento pero que simplemente no tienen (gran) cabida como los artistas o técnicos de campo laboral reducido.

Con esto ocurre que la idiosincrasia del pueblo va mutando. Nuestra historia hace rato que ya no es puramente obrera y campesina. Incluso aun existiendo pirquineros, algunas fábricas que prometieron gran fuente laboral (cof cof Cristalería Chile cof cof) o buscan vender la pomá del progreso y el sueldo de Chile con caca llamada Planta Procesadora de Minerales Preciosos o vampiros chupasangre bombas extractoras de agua que dan pan para hoy y hambre (o sed) para mañana, la realidad es que algunos nos mantenemos en constante viaje, cambiamos de rubro, avanzamos en esto de los nuevos tiempos (o vientos) y el trabajo de la tierra pasa a ser cada vez más desplazado paazado ﷽﷽ajo esporo, avanzamos en esto de los nuevos tiempos (o vientos) y el trabajo de la tierra pasa a ser cada vez relegadoplazza un trabajo esporádico o para que alguien más lo haga.

No me malinterpreten. No estoy pidiendo que por favor nos pongamos a cosechar uvas con nuestras amigas abejas (cuídenlas que están en peligro de extinción) y todos nos pongamos en una utopía media hippie. Aunque suena interesante (al menos la idea me lo parece desde una perspectiva anarquista), simplemente lo que escribo es un esfuerzo por pensarnos u observarnos como llayllaínxs trabajadores del 2015.

No me creo eso de que el trabajo dignifica al hombre, porque entre esta frase medio burguesa y machista no veo cabida a nuestra condición como sujetos pensantes, emocionales y sociales. Pero por supuesto que influye y es que junto a aquello que nos permite pagar las cuentas, aquello que dedicamos más tiempo en nuestro diario vivir, termina siendo parte importante de nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

Me gustaría terminar haciendo un irónico homenaje a pararse al medio de la plaza, entre la estatua de Manuel Rodríguez, quien dio su vida al dedicarse a las guerrillas, entre la penosa y ruinosa estación de Ferrocarriles que tanto trabajo y progreso trajo a la comuna y entre un modernísimo Centro de Salud Familiar que a duras penas complementa con más manos al sistema de salud de Llay-Llay. Pareciera ser que El Pimiento acoge todas las épocas en esa plaza triangular, chúpense esa mandarina.

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