sábado, 31 de octubre de 2015

Cuento: La venganza de Lanz


por Manuel Droguett Sandman

Quedaban dos años para el fin del siglo XX. Era un año complicado, me encontraba en mi segundo año como estudiante en la facultad de humanidades de una prestigiosa universidad sureña.
Definitivamente no era mi año, en otras palabras un año de mierda. Había terminado una relación tortuosa y asfixiada por la rutina, me había unido a un grupo de estudiantes de distintas carreras, teníamos en común ser unos outsiders, distintos pero unidos por el alcohol el L.S.D y otros vicios.
Recuerdo que aun así acudía a mis clases periódicamente. En una de aquellas entró por la puerta una delgada y esbelta figura masculina; o tal vez no, era definitivamente ambiguo, ojos delineados, brillo en los labios, una cartera y un caminar muy pero muy afeminado era totalmente y en plenitud un marica. Las miradas de los casi cuarenta asistentes lo siguieron hasta que se posó en su puesto. A mí en lo personal me dio lo mismo y hasta cierto punto lo comprendía, también era un outsiders a su manera. A pesar de lo poblado de la sala se sintió el profundo vació que causaba su presencia, su nombre era Lanz, un nombre extraño como toda su persona. Pienso que tal vez causó el asco y la marginación ya que Marco Antonio, quien se jactaba de ser el macho alfa de la carrera, sembró el odio, las burlas y el hostigamiento hacia Lanz.
Cierto Día Marco A. se me acercó y trato de hablarme, (un año antes yo había sido objeto de sus burlas o por lo menos lo intentó, hasta que le partí el hocico a combos y patadas, haciéndole rogar que lo perdonase, mientras recibía la descarga de una rabia contenida durante mucho tiempo) me dijo.
¿Qué te parece la nueva compañera?
Yo haciéndome en hueón respondí ¿cuál?
- Ese maricón repugnante que llegó a la carrera –
Mantuve un silencio corto y luego le respondí.
-Para ser honesto no le tomé asunto, lo vi pasar pero él me da lo mismo, si me causa algún problema le daré el tratamiento que tú ya conociste muy bien-
- Tranquilo Many, no te quería gueviar-
-ok no hay problema-
Se alejó sutilmente y yo me dediqué a mis actividades, que consistían en consultar mi abultada agenda carretera.
Ese año fue lento, frío y solitario. Fue el año donde toqué fondo literalmente ya que terminé (viviendo) en un húmedo subterráneo el que me causaba la mayor podredumbre, pero eso es otra historia.
Creo que para el tal Lanz, fue terrible por no haber podido encajar en el grupo a excepción de la Rosa kuma y la poco tibia, que se habían hecho sus incondicionales y únicas amigas en ese homofóbico ambiente.
Vuelvo a repetir a mí me daba igual y lo admitía como un compañero más, marginado por ser lo más libre que su vida le permitía, en ese sentido lo encontraba valiente.
Cuando ese maldito año llegaba a la mitad Lanz, no lo soportó, sobre todo el acoso de Marco Antonio, que le hacía la vida imposible, hasta una golpiza le propinó afuera de una fiesta. Honestamente no sé quién era más maricón, Lanz que sólo buscaba ser libre y feliz a su manera o el Marco Antonio que lo lastimó junto a otros idiotas.
El año llegó a su fin, mis cuentas salieron bien, con respecto a que por lo menos salí con vida. Mis amigos Beijing y Freezer no corrieron la misma suerte. Aprobé mis ramos, salí de la cloaca donde habitaba, conocí gente más interesante…y descubrí que el alcohol y las drogas duras no iban con un estudiante.
De Lanz nada más se supo, y vuelvo a repetir después de su desaparición, olvidé por completo al compañero. Pasaron los años, cambió el siglo y con ello muchas cosas, tenía buenos amigos, éramos unos outsiders drogos, pero con notas de lujo en la facultad, gozábamos del mejor prestigio académico, me había alejado de los excesos, ya no bebía y sólo fumaba de la buena weed, cuando patinaba o aprobaba mis ramos que eran mi total desafío. Éramos los rockstars de la carrera, que buen año literalmente sexo, weed y rock and roll, sumado a las notas de lujo.
Cada año en la semana de la carrera, se culminaba ésta con una fiesta de disfraces. Aquella noche de viernes todo era de Elite. Junto a Reeper y zeta, mis amigos estábamos dispuestos a gozar de la noche de disfraces.
  • ¿Y de qué te vas a disfrazar Droguett?
  • Mmmmmm, no estoy ni por el lao con ponerme gueás, yo iré de Bukowski-
  • Hjajajajajaja, buena entonces con el Reeper vamos de Kerouak y Burrougs-
  • Bien, estamos cubiertos hermanos lobos-
Recuerdo que éramos la hermandad de los lobos.


Aquella noche después de entrar a la fiesta personificando a nuestros escritores favoritos, logramos entrar eludiendo las dos lucas de la entrada. Buena fiesta, había piratas, gatitas, astronautas, Quijotes y todos los personajes que podías imaginar. Era una noche calurosa, intensa y muy colorida. Creo que en un momento salí junto a gatubela a fumarnos un buen huiro y una botellita de whisky, nos propinamos un buen round, perdidos en la foresta circundante a la ya convertida en ese instante en la máxima Hot party. La música era electrizante y como dije anteriormente llena de gatitas, piratas, quijotes cowboys y otros. A esa altura el alcohol y los excesos hacían efecto y prendía con mayor énfasis la nocturna velada.
De pronto entró Marco Antonio, haciendo alarde de su nombre vestido con un magnifico traje de centurión romano, no se podía negar, el fantoche tiraba pinta. Reeper y zeta hacían de las suyas con la muñequita y una rockera, yo seguí con gatubela algunos bailes y luego bebíamos de nuestro whisky.
Dentro de toda esa espectacular cita de figuras aumentaba la excitación. Ahí precisamente ahí fue cuando apareció desde la parte alta de la escala, las luces golpeaban su cuerpo. Era la figura femenina más perfecta que nuestros ojos podían contemplar.
Cleopatra, era una chica alta, con un par de tetas hechas a mano y el culo más envidiado por las féminas presentes. Que mujer, un vestido ceñido al cuerpo y todos aquellos adornos la transformaron en la reina indiscutida de la noche. La única y perfecta faraona. El cabrón de Marco Antonio, dijo con toda esa machura y despampanante postura de hombrón.
-Esta hembra es mía-
Me llamó la atención que Cleopatra, estuviera escoltada siempre por la Rosa kuma y la poco tibia que lucían sus respectivos trajes. (Se escuchaba Cars, de Gary Neumann).
Y fue ahí en un fulminante Flash back, que se me vino a la mente, esa cara, el rostro detrás de ese maquillaje y corte de pelo cleopátrico y sólo para mi interior me dije “Ese es el Lanz”
Me quedé callado, observando como Marco Antonio caía en la telaraña tejida sutilmente por la viuda negra. El baile solicitado por sus cómplices la Rosa y la poco tibia. Un apretado y romántico tema, la gatubela me sacó a bailar pero la detuve y le dije observa con detención. El seductor Marco Antonio envolvía a Cleopatra en sus brazos, se besaron apasionadamente, sus cuerpos se fundían, toda la fiesta quedó en cámara lenta, era pasión, un calor intenso, era lo más erótico reflejado en aquella pareja. Marco Antonio salió junto a su trofeo exhibiéndose y mostrando a todo el mundo su mejor y mayor logro. Nos miraba hacia abajo y sonreía sardónicamente.
El lunes siguiente toda la facultad y más de media universidad sabían que Marco Antonio había tenido la cita más fogosa de la noche con el maricón mejor operado del sur de Chile.

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