martes, 23 de mayo de 2017

Veranos del pasado


Por el ermitaño del tejado negro

Al quemante sol cómplice de este vientecito sofocante, ¡ay! pobre del que sea pobre y no goce de una gran y buena piscina, airecito acondicionado y una casita fina y elegante, en fin... para mí ya da lo mismo de algún modo ya asumí hace años con fuerza y rebeldía el pertenecer a una clase trabajadora y explotada, pero ese no es el tema, hoy recuerdo mi infancia en sta teresa cuando mis tí@s con amig@s de la pobla para capear el calor abrían el grifo o lo más frecuente a todos nosotr@s l@s cabr@s chic@s primas y primos nos llevaban al canal o estero, cuand
o en ese entonces era limpio ya que no atravesaba poblaciones enteras en aquellos años que hoy, cabe mencionar, tiran mierda, basura y desperdicios. También recuerdo la vertiente de agua en la calle de la escuela (Calle Victoria, actualmente Población Sta. Teresa) que abastecía a mucha gente. Y así como en este viaje a mis recuerdos no puedo olvidar, y espero que así siempre sea, el nostálgico recuerdo de La Pata del Diablo, oooh siii, que maravilla de la naturaleza en aquellos tiempos, para mis primos que venían del norte era un verdadero oasis y hoy para mí y ell@s sólo son melancólicos recuerdos de pozones donde solían ir familias enteras a disfrutar del agüita refrescante que les quitaba el calor. Eran días enteros alrededor de pozones con asado, música y el cobijo de la ñukemapu (madre tierra). Luego también fue común en mi adolescencia de improviso con amig@S el hacer una vaquita y pronto comprar algo pa la sed, unos cuantos panes con chancho y partir haciendo deo', no faltaba él o la buena persona que te acercaba a destino, donde al llegar, al igual que hoy en día, veías en primea instancia a l@s escaladores(as), y de ahí lo primero era su buen piquero y no faltaba, a veces, él o la maldadosa(o) que te empujaba al agua. Y debo decirlo: había agua en cantidad. Les hablo mínimo de pozones de un metro cincuenta y más. También en ese entonces existía vegetación abundante y nativa, había que saber llegar a las pozas más escondidas, era todo un desafío. A veces pienso que soy de las últimas generaciones que alcancé a disfrutar de ésto ya que hoy en día nada de eso queda, con suerte un charquito de agua, y en el lugar exacto donde estaban los pozones más conocidos, hondos y grandes ahora pasa una carretera fea y calurosa que llena de basura el ambiente desolado que dejaron las máquinas que a ésta le dieron creación, no saben cuánto desearía que esto que les cuento jamás hubiese cambiado, no se Uds. lectores y lectoras pero por éstas mismas experiencias de intervención al medio ambiente, flora y fauna, más que nunca debemos organizarnos y denunciar nuestro descontento ante la devastación y destrucción de la naturaleza, en especial si es para remplazarla por monocultivos que fomentan la sequía, el calor, la explotación a nuestra gente, trabajos precarios e incendios.

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