Al quemante sol cómplice de este vientecito sofocante, ¡ay! pobre
del que sea pobre y no goce de una gran y buena piscina, airecito
acondicionado y una casita fina y elegante, en fin... para mí ya da
lo mismo de algún modo ya asumí hace años con fuerza y rebeldía
el pertenecer a una clase trabajadora y explotada, pero ese no es el
tema, hoy recuerdo mi infancia en sta teresa cuando mis tí@s con
amig@s de la pobla para capear el calor abrían el grifo o lo más
frecuente a todos nosotr@s l@s cabr@s chic@s primas y primos nos
llevaban al canal o estero, cuand
o en ese entonces era limpio ya que
no atravesaba poblaciones enteras en aquellos años que hoy, cabe
mencionar, tiran mierda, basura y desperdicios. También recuerdo la
vertiente de agua en la calle de la escuela (Calle Victoria,
actualmente Población Sta. Teresa) que abastecía a mucha gente. Y
así como en este viaje a mis recuerdos no puedo olvidar, y espero
que así siempre sea, el nostálgico recuerdo de La Pata del Diablo,
oooh siii, que maravilla de la naturaleza en aquellos tiempos, para
mis primos que venían del norte era un verdadero oasis y hoy para mí
y ell@s sólo son melancólicos recuerdos de pozones donde solían ir
familias enteras a disfrutar del agüita refrescante que les quitaba
el calor. Eran días enteros alrededor de pozones con asado, música
y el cobijo de la ñukemapu (madre tierra). Luego también fue común
en mi adolescencia de improviso con amig@S el hacer una vaquita y
pronto comprar algo pa la sed, unos cuantos panes con chancho y
partir haciendo deo', no faltaba él o la buena persona que te
acercaba a destino, donde al llegar, al igual que hoy en día, veías
en primea instancia a l@s escaladores(as), y de ahí lo primero era
su buen piquero y no faltaba, a veces, él o la maldadosa(o) que te
empujaba al agua. Y debo decirlo: había agua en cantidad. Les hablo
mínimo de pozones de un metro cincuenta y más. También en ese
entonces existía vegetación abundante y nativa, había que saber
llegar a las pozas más escondidas, era todo un desafío. A veces
pienso que soy de las últimas generaciones que alcancé a disfrutar
de ésto ya que hoy en día nada de eso queda, con suerte un
charquito de agua, y en el lugar exacto donde estaban los pozones más
conocidos, hondos y grandes ahora pasa una carretera fea y calurosa
que llena de basura el ambiente desolado que dejaron las máquinas
que a ésta le dieron creación, no saben cuánto desearía que esto
que les cuento jamás hubiese cambiado, no se Uds. lectores y
lectoras pero por éstas mismas experiencias de intervención al
medio ambiente, flora y fauna, más que nunca debemos organizarnos y
denunciar nuestro descontento ante la devastación y destrucción de
la naturaleza, en especial si es para remplazarla por monocultivos
que fomentan la sequía, el calor, la explotación a nuestra gente,
trabajos precarios e incendios.
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