por Juana Come Zapatos
Hoy
escuche como en una de las mesas se hablaba sobre la ley
“antipiropos”, no quise opinar, no por miedo a sus respuestas a
favor del hombre, sino por el hecho que quise comprender opiniones
distintas y saber por qué muchos no aceptarían esta propuesta.
“Es que ahora no se va a poder ni mirar a una mujer”
“Son unas exageradas, no todos los piropos son malos”
“El amor ya no tendrá sentido sin piropos”,
“Feminazi”
Me cuesta aceptar opiniones de hombres cuando los afectados no son ellos, pero termino concluyendo que la ley no es para algunos, ni unos pocos, ni para los peores, sino para todos.
Que no sea solo la prohibición, que se cree conciencia para esos emisores y tranquilidad para esas receptoras.
Porque no queremos sus comentarios,
Porque sus voces en nuestros oídos no nos suben la autoestima,
Porque queremos libertad de vestir como deseamos, sin recibir respuestas; que quede claro que no somos propuestas de algo. Tampoco objetos sexuales que caminan frente a ustedes y menos sus propiedades. No pertenecemos
a nadie, por lo que no tienen el mínimo derecho a
decirnos lo que se les ocurre por su excitado cráneo.“Es que ahora no se va a poder ni mirar a una mujer”
“Son unas exageradas, no todos los piropos son malos”
“El amor ya no tendrá sentido sin piropos”,
“Feminazi”
Me cuesta aceptar opiniones de hombres cuando los afectados no son ellos, pero termino concluyendo que la ley no es para algunos, ni unos pocos, ni para los peores, sino para todos.
Que no sea solo la prohibición, que se cree conciencia para esos emisores y tranquilidad para esas receptoras.
Porque no queremos sus comentarios,
Porque sus voces en nuestros oídos no nos suben la autoestima,
Porque queremos libertad de vestir como deseamos, sin recibir respuestas; que quede claro que no somos propuestas de algo. Tampoco objetos sexuales que caminan frente a ustedes y menos sus propiedades. No pertenecemos
Por las acosadas en los metros, en las micros, en las plazas, en las esquinas, en los paraderos; en las vías públicas como privadas.
Porque la inseguridad de muchas al salir a la calle de día o de noche, no es por falta de educación cívica.
Que no se culpe a aquellas que le temen al que se acerca a vender mentitas o cuchuflí.
La culpa no es nuestra y nunca lo será, la sociedad enseña a vivir a la mujer con un acoso cotidiano, que va más allá de piropos. Se nos enseña a sobrevivir con eso, mientras a ellos se les acostumbra a hacernos sentir de la manera más denigrante.
No me siento exagerada, ni grave, ni menos querida o menos “amorosa”.
Yo sé quien me hace sentir amada y bien conmigo misma; yo sé de quien deseo cariño, a quien quiero invitar a veces a vivir mi vida, y que él a veces lo haga con la suya.
No necesito comentarios de desconocidos, menos de hombres que sienten el derecho de decirnos lo que sea por creer tener superioridad ante nosotras.
Que quede claro que el amor no dejará de tener sentido sin piropos, solo les recuerdo que ningún piropo callejero va con “amor”.
Por algo se tiene que empezar.
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