por Pablo Rauld F.
Pueblo de Llay-Llay: el ser mágico no
existe.
No existe un ser mágico que vaya a
hacer las cosas por nosotros. Y no me refiero a un ser mágico sacado
de un libro de Harry Potter que solucione nuestros problemas
económico-amorosos, me refiero a ese ser mágico que ha estado
presente en la mentalidad de la gente que aquí ha vivido durante
casi toda su vida, o buena parte de ella. Ese ser mágico que aparece
cuando se exclama ¡Alguien debería preocuparse de eso!
Alguien debería cuidar las áreas
verdes.
Alguien debería limpiar la estación
de trenes.
Alguien debería decirle al viejo
Smith que no se robe el agua de Las Palmas.
Alguien debería preocuparse más de
los niños.
Alguien debería traer mejores
artistas pal Festival de La Chaya.
Alguien debería preocuparse de la
delincuencia y la drogadicción.
Alguien debería traer más cultura a
la comunidad.
Alguien debería enseñarle a los
niños sobre la naturaleza.
Alguien debería alegar por un mejor
transporte de micros.
Alguien debería hacer algo por la
basura en la cuesta del cementerio.
Alguien debería preocuparse por hacer
lo que yo no quiero hacer.
Vámonos más lejos del pueblo:
Alguien debería pararle los carros a los políticos.
Alguien debería cambiar la educación
de este país.
Alguien debería enseñarle a los
niños a disfrutar sin tanto celular y videojuego.
Alguien debería eliminar las AFP.
Alguien debería eliminar las AFP.
Alguien debería hacer algo por algo.
Ese “alguien mágico” no existe ni
nunca existirá, porque los gobiernos son corruptos y defienden los
intereses de la clase dominante. Porque aunque se llenen la boca de
discursos bonitos y se agarren de luchas de la izquierda siguen
defendiendo los intereses del lobby y sus camaradas. Porque en este
pueblo llevan más de veinte años pidiendo que alguien se haga cargo
de los lugares abandonados y que vuelvan los años dorados donde
aunque no tuvieras más que tu propia capacidad para trabajar podías
andar tranquilx y disfrutar de una vuelta por la plaza y cuartear a
alguna persona encachá que se bajaba del tren.
Gente de Llay-Llay, los grandes
cambios que hemos vivido como sociedad han sido impulsados por la
clase trabajadora con el esfuerzo de la lucha y la resistencia ante
la opresión de la burguesía y la burocracia política. Los obreros
y campesinos consiguieron mejoras laborales con la organización y la
convicción de que la historia es y será nuestra. Los grandes
poetas, músicos y artistas en general de éste país y de todo el
mundo han surgido por su propio esfuerzo y con las ansias de cambiar
o reflexionar ante lo que consideraban era necesario cambiar. Las
mujeres consiguieron el derecho a voto (entre otras pocas cosas) con
el esfuerzo de las mujeres violentadas de toda la historia de la
humanidad, aunque realmente no se ha avanzado la mitad de lo que
debería haberse logrado al menos en esta sociedad machista y
neoliberal.
Ciertamente que es necesario el apoyo
y la voluntad de quienes dicen representarnos, es el derecho mínimo
que debemos exigir como supuestos representantes que son del pueblo
en Llay-Llay y en todo el país, pero seamos claros: Sin una presión
constante, sin la voluntad de autogestión y sin las ganas de hacer
valer la opinión de todxs nosotrxs, la clase dominante seguirá
haciendo lo que le dé la gana.
Algún día debiésemos ser capaces de
autogestionar nuestra propia existencia, modos de producción y
relaciones sociales, eliminar las barreras de la institucionalidad y
la dominación del ser humano por el ser humano. Pero para ello hay
que cimentar las bases y un pequeño paso para lograr aquello es
hacernos cargo de nuestro propio diario vivir, de organizar nuestros
propios espacios y cambiar nuestra forma de relacionarnos. Hasta ese
momento el “Alguien Mágico” nos seguirá pudriendo con la
mentalidad del conformismo y la paja no asumida, el viejo Smith
seguirá secando nuestra tierra sin que nadie diga nada (o aceptando
buenos billetes) y nos van a chantar toda la industria que tiene a
Santiago con lluvia ácida y los pulmones llenos de mierda.
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