por Pablo R.F.
Ya
nos acostumbramos a la violencia. Si, así nomás y sin lubricante.
Antes debo aclarar que no estoy inventando nada, solo replico
ideas de otras partes en nuestro acontecer diario.
Ya, me explico. Nos sentimos atraídos por la violencia cada vez que esta brota a destajo en el programa policiaco de moda, así como en las películas de La Roca y Bruce Willis, o nos sentimos tristes y nos causa rechazo cuando escuchamos que un anciano fue baleado en la plaza por una pelea de narcos en pleno día (quién lo hubiera dicho, en este pueblo) así como cuando escuchamos en las noticias de un lejano país de las reiteradas decapitaciones a cristianos, homosexuales, judíos, gringos y al que miró feo.
Ya, me explico. Nos sentimos atraídos por la violencia cada vez que esta brota a destajo en el programa policiaco de moda, así como en las películas de La Roca y Bruce Willis, o nos sentimos tristes y nos causa rechazo cuando escuchamos que un anciano fue baleado en la plaza por una pelea de narcos en pleno día (quién lo hubiera dicho, en este pueblo) así como cuando escuchamos en las noticias de un lejano país de las reiteradas decapitaciones a cristianos, homosexuales, judíos, gringos y al que miró feo.
- Oye no seai imbécil, ¿cómo se te ocurre decir que nos acostumbramos a esas cosas?
Dijo
Florcita Motuda décadas atrás: “Pobrecito mortal si quieres
ver menos televisión descubrirás ¡Que aburrido estarás por las
tardes! “, Y no parece ser que la situación haya mejorado
mucho.
Ya,
pero no todo es morbo. La violencia está presente en muchas más
cosas de nuestro diario vivir. Está presente en ese momento en que
te llegan las cuentas de fin de mes y el sueldo fue un cuento que te
contaron para quedarte dormido. Está presente en la religión
metiendo la cuchara en decisiones que no le competen, de cuerpos que
no le competen y de personas que desconocen. Está presente en el
asalto a mano armada de un(a) desclasadx a una violentada víctima.
Está presente en esa persona que se vio involucrado en esta vida que
violentamente lo hizo empuñar su arma contra otro ser y pasar a ese
ambiguo terreno de lxs desclasadxs. Está presente en las licencias
de conducir otorgadas a personas que deberían estar siendo tratadas
por estrés, falta de empatía o estupidez humana. Está presente en
Rodrigo Avilés bajo el inconsciente chorro de un guanaco. Está
presente en quien pide milicos a la calle y aquel que pasa sus noches
bajo unos cartones sin saber cómo unos fusiles y botas sin opinión
pueden mejorar su situación.
En
fin, podría seguir enumerando miles de situaciones más y me
quedaría corto, la idea en sí, es que nos hemos acostumbrado tanto
a vivir en un contexto violento, que ha pasado a ser parte de
nuestras vidas. Muy probablemente alguien dirá que estas cosas son
normales y cotidianas, pues creo que ahí está el meollo de la
cuestión, no deberían serlo, aunque así lo sintamos.
La
pregunta que creo que debemos hacernos ¿qué hacemos al respecto? No
creo tener la respuesta ni creo conocer quien pueda solucionar el
problema, pero sí creo en algunas ideas que he adquirido con el paso
de los años: La violencia también es un arma de lucha. Los vecinos
que se han tomado la carretera por mejorar sus condiciones de vida lo
tienen más que claro. Así también quienes se juntan en sus
poblaciones para realizar trabajos en sus calles y plazas, así como
el pacifismo, un acto de rebeldía que busca la paz pero con acciones
que solo por el hecho de ir en contra de una normalidad de las cosas
o una injusticia social, está siendo violenta contra el sistema que
permite que estas injusticias ocurran. La nueva pregunta que hago
ahora es ¿cómo y a través de qué medios canalizamos la violencia
por un bien común? Esto es algo que debemos cuestionar y trabajar
justamente en comunidad y no en la comodidad de nuestras casas.
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